El balón de fútbol americano tiene
una forma ovoide, es el único balón que no es redondo, generalmente está hecho
de piel aunque ya hay también balones de plástico-en lo personal, prefiero los
de piel- tiene unas líneas blancas o negras que le dan contorno y unas costuras
donde, uno como jugador, se guía para lanzar el balón o tomarlo de la forma
correcta. Varía de tamaños, dependiendo las edades que van a practicar el
deporte con éste balón-generalmente es tocho o ya un deporte más arriba como el
rugby- hay para pequeños, junior size y el tamaño universal (que es el que usan
todos los jugares de americano).
El balón para
mí es como una metáfora de la vida. Es aquello que le da sentido a tus
acciones, a tu existir, te da razones y motivos para ser una mejor persona,
para sudar mil gotas y no sentirte mal sino gratificante, para no darse por
vencido y luchar, te enseña a aferrarte por lo q
ue quieres a que cuando te
quieran detener por eso maravilloso que posees tú debes de pisar firme en la
tierra y seguir avanzando sin importar cuántos te quieran detener, es aquello
que no sólo absorbe experiencias y sentimientos, también te une con personas
que, con el paso del tiempo, notas que son más que sólo compañeros de campo,
son tus hermanos de la vida. Te enseña a confiar en que los que están contigo
harán lo posible para apoyarte a mantener ese balón a salvo y el que lanza
confía fielmente en las manos de su cachador.
Es ese algo
que cuando lo posees te sientes poderoso, con la posibilidad de cambiar vidas,
de modificar resultados, de hacer las cosas posibles, es como la llave que abre
las puertas de todo lo que se desea.
El balón es
ese algo que debes de tomar muy seguro y nunca dejarlo caer o perderle de
vista. Es aquello que debes de apreciar y defender como si tu vida dependiera
de ellos, como si más allá de él no existiera nada.
Muchas
personas pueden verlo como un simple balón con el que se juega un simple juego,
pero sólo los afortunados que tenemos el privilegio de poder defenderlo, de
desearlo, podemos entender que no sólo es piel, costuras y aire, forma parte de
tu identidad, es el motor que le da sentido a tu vida, es un tesoro, no por
cuánto cueste, sino por todas las memorias que llevas con él, por todos los
buenos ratos y las bellas amistades que,
gracias a que existe, se pueden generar.
Sin ese ovoide
yo no podría estar hablando aquí de todas estas experiencias que me ha dejado,
como muchos otros de mis, no sólo amigos más bien hermanos que, al igual que
yo, lo ven como la llave de un cien mil de aventuras, momentos inolvidables y
valiosas lecciones.
Al final de
cuentas no importa la marca, de qué está hecho, de qué color, tamaño o precio
sea, lo que cada uno de nosotros vamos a percibir sobre ese balón es todo lo
que le rodea y lleva consigo, es la historia que se vivió y la que está por
vivir. Porque cada uno de nosotros lleva cargando su propio balón, aunque no
precisamente sea un ovoide con costuras.
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